domingo, 2 de enero de 2011

Alice in Nightmareland 「La mente de Alice + Rapto del Demonio」Capitulo 8

  Alice es llevada al castillo de Las Reina de Corazones luego de ser capturada por Klauss en la casa de La Duquesa, donde también tienen cautivo a su único amigo, Byron. Ahora ambos están a merced de La Reina, y no hay nada que puedan hacer para escapar. ¿Cuál será el destino de Alice y Byron? ¡Descubrelo en este super Capitulo doble de Alice In Nightmareland!




Alice In NightmareLand según Hades.

La mente de Alice (Capitulo Extra)

– ¡Mi hija no está loca! –Gritaba el padre de Alice– ¡Tiene una increíble imaginación!
– Nicolás, tranquilízate. Yo tampoco quiero creer que nuestra hija sufre de alguna enfermedad, pero por algo el Dr. Michelias tiene el título de Psiquiatra.
– ¡Patrañas! –Vociferó el hombre, claramente ignorando a su esposa– ¡Todo esto debe ser una campaña para desprestigiar el nombre de mi familia! ¿No has pensado en el qué dirán las personas cuando se enteren que tenemos una esquizoide en la familia? –Dijo prensando sus manos con fuerza– ¡Seguro nos tildarán de locos, de psicópatas, Louise! Todos pensarán que lo tenemos en la sangre, como algo hereditario…
– ¡Pero no lo es Nicolás! –Interrumpió la señora–.
– ¡Eso es lo que la gente no sabe! –Sentenció más que desquiciado– Deberías enseñarle a tú hija cómo comportarse como una dama de sociedad.
– ¡Lo intento, Nicolás, lo intento! –Balbuceaba con los ojos llenos de lágrimas– ¿Crees que no es frustrante para mí ver cómo mi hija se la pasa fantaseando con personajes imposibles, mientras trato de enseñarle cómo se sirve la mesa?
– ¿Entonces de quién es la culpa, Louise? Necesito saberlo.

Ambos meditaron en silencio.
Silencio.
El señor Liddle subió las escaleras con un paso iracundo; casi, casi, casi podía dejar en fuego cada escalón que pisaba, estaba hecho un demonio.

Cruzó el pasillo, y se dirigió a la habitación de huéspedes, mientras su esposa esperaba abajo.

– ¡Tú eres la que le está llenando la cabeza a mi hija! –Dijo con tono siniestro–
– ¿De qué habla, Señor Liddle? –Respondió confundida la hermana de Lousie–
– ¿No es obvio, Chiara? ¡Todos esos libros, todos esos cuentos, todas esas historias… Toda esa mierda con la que llenas la mente de Alice!
– No creo que deba referirse a mí de esa forma, Señor Liddle. Yo sólo he cumplido el deber de entretener, y educar a su hija –Interrumpió, ofendida pero firme–. Tener conocimientos en arte y literatura es tan importante como saber sumar.
– ¿Eso crees? –Hizo una pausa– Por eso ningún hombre te ha desposado, ni te desposará. Por eso tienes que vivir en mi casa, porque eres una solterona. Por eso eres mi zorra.

El Sr. Liddle tomó a Chiara por el abrazo, y sin previo aviso, le plantó un frenético beso lleno de ira y deseo. Nicolás tocaba, estrujaba, y lamia cada minúscula parte del cuerpo de Chiara. Su joven cuñada lo excitaba de sobremanera. Los intentos de la Señorita por quitarse de encima al violador en potencia, sólo conseguían hinchar aún más la hombría de su agresor.

Arañazos, zarpazos, bofetadas, patadas, lágrimas. Nada detuvo a Liddle en su intento por poseer a la joven doncella. Posó sus manos sobre el cuello de la indefensa Chiara, y presionó con todas sus fuerzas hasta que…

Clac.

El sonido de la manilla al girar.

Un segundo más tarde, Alice estaba allí.

Lo siguiente que vivió fue algo turbio y agitado. Ni siquiera pudo recordar bien lo que estaba pasando. El único recuerdo lucido que le quedaba de esa noche, después de girar esa manilla, fue el de su padre decir:

“Todo está bien, Alice, pequeña. Sólo ve a dar una vuelta con Klaus, y llévate a tu madre. Vayan a comer algunos helados donde la Señora Fosterberry.” Mientras sus ingenuos ojos de infante observaban, al otro extremo de la habitación de huéspedes, el cuerpo inmóvil de su tía.



Desde que la tía Chiara se había mudado con la familia Liddle, la vida de Alice era mucho más fácil. Ya no veía a los seres del espejo como monstruos desagradables, sino como pequeños personajes de cuentos que ella misma inventaba cada vez que se cepillaba frente al espejo. Su tía le había dicho que era maravilloso que pudiera crear todas esas extrañas criaturas en su mente, ciertamente era una niña prodigiosa. Por otra parte, sus padres se habían empezado a quejar cada vez que ella hablaba de la hermosa mujer roja, o del increíblemente adorable conejo blanco del espejo. Sin embargo, las cosas eran muy diferentes con sus amigos; cuando tenía 6 años, Marc y Dorothy Marshmallow se hacían una cita todos los días a las 4 de la tarde, para escuchar las fantásticas historias que Alice tenía preparada para ellos. Todo era posible en ellas, desde Duquesas con cierta predilección por la pimienta, juicios en una sala de cristal, circos con espectáculos bizarros, o la ocasional muerte de Klaus aplastado por el enorme trasero de una regordeta Reina Roja.

Todo cambió cuando Marc y Dorothy empezaron a llevar esas historias a su casa, su madre ahora no creía adecuado que sus dos pequeños angelitos se juntaran con la mente perturbada que inventaba semejantes cosas. Si sólo se imaginara las cosas que ellos le contaban a Alice…Definitivamente, esos fueron sus mejores y únicos recuerdos felices de su infancia.

Así paso Alice su niñez, entre espejos, libros y helados de fresa. Hasta el fatídico día en el que su padre había decidido llevarla a su nuevo hogar: Blackwood.





Rapto del Demonio (Capitulo 8)


– Antes de hacerte mi esclava sexual –Dijo la imponente reina pelirroja–, me gustaría darles una lección de anatomía humana a los estudiantes de Estudios Avanzados de Otras Razas.

» Es cierto que, en teoría, los humanos y los seres del espejo compartimos la misma fisiología, exceptuando a los Híbridos como el Sr. Conejo. Pero, ¿Qué los hace tan interesantes a ustedes los humanos? Quiero decir, viven MATANDOSE unos a otros en uno de esos espectáculos de… –rechistó mientras buscaba la palabra adecuada– ¿Guerra? Así le llaman ustedes los humanos, ¿Cierto? –Usó un tono sarcástico– ¡Esos juegos de marionetas donde montones y montones de sustancia escarlata saltan por los aires! –Sentenció claramente excitada–.

– Sangre, su majestad. Esa sustancia a la que se refiere se llama sangre –Explicó un chico desde las sombras–, y compone la décimo tercera parte del cuerpo del peso total del humano promedio.
– ¡Wow! –Gritó La Reina– ¿Y cuanta “sangre” necesitas perder para morir?

Alice trago saliva.

– Unos 82000 dAlAsus, su majestad –Respondió una chica–.
– Genial. Veo que han hecho tu tarea. Recuérdenme hablarle al Profesor Guimauve para asignarle  algunos puntos en la materia. Pero ahora… –La mujer pelirroja sacó un objeto puntiagudo– Vamos a pasar a la clase practica.

La reina se acercó al cuerpo desnudo de Byron con delicadeza, lo observó detenidamente, y se dirigió a los estudiantes.

– ¡Muy bien niños! Hasta donde mis múltiples torturas me han permitido, creo que el mejor lugar para conseguir “sangre” son las piernas –Dijo pensativa–.
Ahora, si sostienen el arma así –Alzo lo que parecía ser, una daga muy antigua, seguramente de oro– y la deslizan suavemente así –Se movió un poco para asegurarse que todos, incluyendo a Alice, pudieran verla–, la sangre empezará a fluir enseguida. Sólo tienen que repetir el procedimiento una, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce, trece, catorce, quince, dieciséis, diecisiete, dieciocho, diecinueve, vente, veintiuna, veintidós, veintitrés, veinticuatro, veinticinco, veintiséis, veintisiete, veintiocho, veintinueve, treinta, treinta y uno, treinta y dos, trenita y tres, treinta y cuatro, treinta y cinco, treinta y seis, treinta y siete, treinta y ocho, treinta y nueve, cuarenta, cuarenta y uno, cuarenta y dos, cuarenta y tres, cuarenta y cuatro, cuarenta y cinco, cuarenta y seis, cuarenta y siete, cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta, cincuenta y uno, cincuenta y dos… –Contaba la reina con cada cortada que le proporcionaba al cuerpo pálido de Byron–.

– ¡BYRON! –Gritó Alice desesperada– ¡BYRON!
– Mm... –La Reina miró a Alice con curiosidad– ¿Así se llamaba este? No me gusta saber los nombres de mis esclavos, me hace sentir una clase de remordimiento enfermizo al final del día –¡Vaya! Pensó Alice, parece que los seres del espejo si poseían sentimientos humanos–.
– ¡Es a lo que los humanos llamamos Culpa! Y es lo que te persigue cuando tomas la vida de alguien, de cualquier forma –Logro decir Alice sollozando–.
– ¡Anda pues! Ya tienen otro dato para su clase de Comportamiento Humano –Le dijo a los jóvenes–.

La reina se volvió a Byron sin darle importancia a Alice.

– Ahora veremos el por qué los humanos son tan preciados para nosotros. ¿Alguien me puede decir por qué? –La reina miró entre la sombras, aparentemente buscando un candidato– Tú, el chico de los cuernos, dime el por qué.
– Esto… –Revisaba apuradamente entre sus apuntes– Porque podemos sostener relaciones sexuales con los ellos, sin procrear –Dijo dubitativo–.
– No necesariamente. Es cierto que los humanos son EXCELENTES esclavos sexuales –Pasó su mano por el cuerpo expuesto de Alice–, pero hay algo más imporante aún que el sexo. ¿Alguien lo sabe?

Los estudiantes empezaron a susurrar entre ellos, pero ninguna parecía tener la respuesta.

– ¡Por Hécate! A esta edad ya deberían saber eso… –Los estudiantes parecían aún más confundios– ¡LA INMORTALIDAD! –Gritó algo fastidiada–.

Los estudiantes asombrados empezaron a hacer notas.

– Hay una fuente de juventud y poder, la más grande del mundo, debería decir, que se esconde dentro de los debiluchos cuerpos de los humanos; Sus corazones. Es por eso que ellos son preciados para nosotros –La Reina empujo la daga en el tórax de Byron–. La mayoría de los humanos no la conocen porque lo llaman “Carnivalismo”, creen que comer la carne de su propia especie está mal, cuando ellos mismos son la clave de la existencia de todas las otras razas –Explicó mientras abría la caja torácica de Byron–. Son unos tontos, por eso digo que en viva sólo sirven para follar…

Y después de unos segundos, levantó en lo alto el corazón Byron.

– ¡Servante! –Llamó a su lacaya–.
– ¿Si, su majestad?
– Prepáralo para la cena.
– Como usted ordene, su majestad.

La Servante tomó el corazón ensangrentado, lo puso en una bandeja, y se alejó apresurada.

– ¡Ahora vamos divertirnos! –Se dirigió La Reina a Alice quitándose su vestimenta–.
– ¡Váyanse, por favor! –Gritó una Servante en la sala–.
– No es necesario, Servante. Que se queden. Eso le agregará algo interesante a la situación –Sentenció mientras frotaba su cuerpo contra el de Alice–.
– ¡Ya la oyeron! –Volvió a gritar la Servante enrojecida–.

Y esto siguió a la mejor sesión se sexo involuntario que Alice hubiera tenido jamás.

Beatus vir qui suffert temptationem,
quoniam cum probatus fuerit
accipiet coronam vitae.
Epistle of James

  •   Gracias Enema, por dejarme participar en tu proyecto, y gracias a todos por tomarse la molestia de leer el capitulo. Y Gracias a SHINee ~, lalo, Tsukasa y Nadez por tomarse el tiempo de leer y releer mis borradores y responder a mis preguntas tontas :)

3 comentarios:

MARY dijo...

Molaaa ^^
Unas lecciones muy practicas XD
Saludos!!!

Vall dijo...

Increíble!
Este capítulo(s) quedó perfecto(s)! Muy genial ^^ Te felicito!
Y por cierto, qué blog más bonito. Ojalá entre Mell, All y yo pudiéramos armar uno al menos una céntesima parte de lo lindo que es tu blog.
Saludos!

Oriana Blanco Herdz dijo...

No quiero menospreciar a nadie, pero me parece el mejor capítulo después de los dos primeros (los de Sir Blackrabbit y Silvia)

Me encanta tu forma de escribir, Hades.

Besos de neón